Cuidados básicos de un gato hogareño

La población de gatos en el mundo está creciendo más, comparativamente con la de otras mascotas incluyendo al perro, por la facilidad de convivir y cuidar de ellos. Su naturaleza independiente en muchos aspectos hace que los seres humanos tengan relativamente pocas dificultades para compartir espacios con ellos en el hogar. La alimentación y el manejo de las heces son una rutina diaria sencilla. Bastará con el suministro de un buen alimento balanceado que garantice el cubrimiento de sus necesidades nutricionales; es muy importante tener especial cuidado en que se asegure el consumo de agua en cantidad suficiente para ayudar al tratamiento preventivo de la formación de cálculos renales. Para esto, el uso de alimentos húmedos se convierte en una ayuda adicional.

Con respecto al manejo de las heces, utilizar un recipiente y una arena adecuada hará que esto no se convierta en una incomodidad. La eliminación frecuente del residuo facilitará el control de los malos olores que se puedan generar en los espacios de la vivienda que habita el gato.

Tenga muy presente el riguroso cumplimiento de los planes sanitarios diseñados por su veterinario (esquema de vacunación y de control de parásitos). Esto sumado a un ambiente limpio y alejado del contacto con otros gatos que puedan tener enfermedades infectocontagiosas, asegurará la salud del animal.

Por naturaleza el gato es cazador. Tome las medidas necesarias para que el animal no se exponga a potenciales peligros que puede encontrar durante alguna aventura en busca de una presa en el exterior del hogar. Lo anterior toma relevancia cuando se habita en apartamentos en edificios con gran altura. No es extraño, por ejemplo, que en su afán por capturar un pájaro, un gato pierda la noción del espacio en el que se encuentra y caiga al vacío con consecuencias catastróficas.

Es importante cepillar a los gatos al menos dos veces por semana, especialmente si son de pelo largo. A parte de que esta práctica hará que luzca mejor, también es una medida para disminuir el consumo de pelos desprendidos y la posterior formación de bolas por la costumbre que tienen de lamerse para acicalarse.

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